Cuando su cuerpo cayó en la red, solo vi un borrón gris. La saqué de allí y comprobé que su mano era pequeña, pero cálida y entonces se puso de pie frente a mí, baja delgada y plana, sin nada destacable…, salvo que saltó primero. La estirada saltó primero.
Ni siquiera yo hice eso.
Su mirada era tan severa, tan insistente.
Tan bella.
-Tobias Eaton
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